James Steward y Doris Day son un modélico matrimonio que durante su estancia en Marrakech ven a un hombre morir ante sus ojos. Un secuestro y un inminente asesinato a nivel político les obligará a tomar medidas que ponen en peligro sus vidas y sobre todo la de su hijo.
+QCinePodcast presenta un especial con «clásicos de cine», para hacer un homenaje al maestro del suspense y hablar de una cinta denostada y ciertamente arrinconada, como una obra menor, cuando es una de las mejores producciones del director británico. A partir del 1 de abril en ivoox y resto de plataformas.

ALFRED HITCHCOCK REALIZÓ UN REMAKE DE SU PROPIA CINTA
En 1934 Alfred Hitchcock dirigió The man who knew too much, El hombre que sabía demasiado (en su traducción), con Leslie Banks, Peter Lorre como protagonistas. En ella nos contaba la historia de Bob y Jill un matrimonio de vacaciones en Suiza con su hija Betty, que conocen a Louis Bernard, un francés que recibe un disparo en el corazón mientras baila con Jill.
Justo antes de morir Louis le pide a Bob que entregue a las autoridades unos documentos escondidos en su habitación. Bob entonces descubre que Bernard es un espía británico que seguía los pasos de una organización que quería asesinar a un político extranjero en Londres. En ese momento recibe una llamada de un desconocido que le chantajea diciéndole que abandone el tema o su hija sufrirá consecuencias.

Resulta que el propio Alfred Hitchcock 22 años más tarde realizó la misma cinta pero en esta ocasión en una producción norteamericana, algo más larga, cercana a las dos horas, con James Steward y Doris Day. En este caso la familia es norteamericana, en vez de una hija tienen un hijo.
Aquí se encuentran en Marruecos, no en Suiza, y el espía fallece mientras huye de la policía en brazos de Bob, desvelándole en dicho momento que alguien importante morirá en un atentado. Vamos, bastante parecido, pero con un reparto de lujo en una versión en color mucho mejor que la anterior. En este caso podríamos decir que es una obra maestra del gran director británico.

UN REPARTO DE LUJO
James Stewart, uno de los mejores actores del cine norteamericano y para sorpresa de sus admiradores Doris Day, la llamada virgen oficial de América, fueron los protagonistas de la cinta. En principio el papel femenino era para Grace Kelly, pero como se retiró del cine para hacerse princesa de Mónaco, se quedó sin musa. Y escogió a esta señorita, tan alejada de la belleza glacial de sus rubias favoritas, y que incluyó en su aventura marroquí.
La canción de la cinta, «Qué Será, Será» -ganadora del Oscar del año 1956–fue un emblema para la película y para la cantante y actriz, donde desde ese momento siempre se le asociada a dicho tema. Ha quedado en la memoria colectiva de todos los amantes del cine y la música y también para su cuenta bancaria, pues vendió millones de copias. Se dice que le permitió firmar con la discográfica Columbia un contrato por la entonces legendaria cifra de un millón de dólares.

EN ESTE REMAKE SALE A RELUCIR EL AUTÉNTICO «ESTILO HITCHCOCK
En esta segunda oportunidad, Hitchcock volvió a hacer hincapié en una de sus obsesiones favoritas, la repentina y dramática irrupción de lo extraordinario en lo cotidiano. Mientras el primer filme se limitaba a narrar una clásica historia de espionaje, en esta ocasión, el «mago del suspense» cargó las tintas sobre la figura de una familia de Indianápolis abocada a una situación límite.
Hayes equilibró con suma habilidad los elementos trágicos y cómicos de la trama, fusión que tuvo su momento más feliz en la confusión entre Ambrose Chapel, taxidermista, y la Ambrose Chapel, una capilla metodista, un divertido episodio teñido de amargura por las fatales consecuencias que tal equivocación puede acarrear.

UN FINAL DE INFARTO, UN DESENLACE SUBLIME
Finalmente, el hilo de la intriga conducirá a los protagonistas a la sala de conciertos del Albert Hall, para dar paso a una de las muestras más genuinas y logradas del suspense, un ejemplo perfecto de lo que Hitchcock llamaba «cine puro».
La escena final se introduce con la cantata Storm Cloud de Arthur Benjamin, interpretada por la London Symphony Orchestra y dirigida en persona por Bernard Herrmann-el propio compositor de la banda sonora de la película-, es en esta ocasión el elemento conductor y desencadenante de la tensión: durante doce espléndidos minutos -124 planos- sin diálogos.
El espectador espera angustiado el punto más alto de la cantata, el instante en que los platillos ahoguen la explosión que significó la vida o la muerte de una persona. O como se anuncia al final de los títulos de crédito: «un simple entrechocar de platillos puede cambiar el rumbo de unas vidas». Pocas veces el espectador habrá prestado tanta atención a una partitura musical en un filme.

+QCINEPODCAST HABLA DE ESTA OBRA MAESTRA EN PROFUNDIDAD
Una maravillosa obra maestra que podrás degustar en +QCinePodcast, programa que estará disponible a partir del 1 de abril, desde la madrugada en ivoox y resto de plataformas de podcasting más utilizadas. Como complemento de todo esto en la edición 491 del programa trataremos las series, libros de cine, la actualidad con los Oscar y la sección Adivina a que película pertenece a melodía.
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