El 12 de abril de 1923, en Nueva York, el inventor estadounidense Lee de Forest muestra un filme con sonido mediante su proceso Phonofilm.
Lee De Forest era inventor, emprendedor y oportunista. Fue un hombre muy activo en los inicios de la era electrónica trabajando en diferentes invenciones y luchando por ganar patentes en una época en que las guerras de patentes estaban a la orden del día. Era uno de esos hombres inquietos que a base de involucrarse en tantos proyectos diferentes con desiguales resultados acabó muriendo pobre.
Aunque el invento que le hizo más popular en su momento fue el audión, De Forest fue también una de las principales figuras pioneras en el desarrollo del cine sonoro. Su sistema era el Phonofilm, que permitiría grabar voces sincronizadas con películas y que a su vez estaba basado en el Tri-Ergon, otra patente primitiva de cine sonoro ideada por tres alemanes en 1919. De Forest había viajado a Alemania a aprender de los avances que habían hecho los alemanes en ese ámbito y volvió a Estados Unidos con la idea que le habían mostrado para patentarla. Era bastante espabilado.
En 1923, De Forest empezó a grabar breves films sonoros que casi siempre tenían como protagonistas a artistas de vodevil y music hall como Eddie Cantor, cantantes de ópera como Marie Rappold o, más curiosamente, la española Conchita Piquer interpretando sus números de copla. Un cada vez más ambicioso De Forest amplió el repertorio a una adaptación de más de 20 minutos de una obra teatral sobre Abraham Lincoln y además utilizó la campaña electoral por la presidencia de 1924 para convencer a los principales candidatos para que dijeran unas palabras en su Phonofilm.
El inventor hizo todo lo posible por promocionar su invento haciendo demostraciones ante la prensa o proyecciones de varios cortometrajes de Phonofilm. No obstante el éxito del invento fue limitado, y sólo se utilizó este sistema de forma experimental para la banda sonora de algunos largometrajes de Hollywood como La Caravana de Oregón (1923) de James Cruze – y aún así, al final esta versión medio sonorizada tan sólo se utilizó en el estreno del film en Nueva York.
A la práctica los grandes estudios de Hollywood decidieron comprar las patentes de otros sistemas, como el propio Tri-Ergon (los alemanes habían conseguido vengarse) o el que había patentado el inventor Theodor Case, antiguo colaborador en la creación del Phonofilm hasta que ambos se pelearon, ya que (¡oh, sorpresa!) De Forest intentó adjudicarse todo el mérito de un invento que nació fruto de su colaboración. Cuando Hollywood empezó a apostar fuerte por el cine sonoro, el Phonofilm cayó en el olvido dejando, eso sí, un legado de docenas de cortometrajes que resultan una curiosa muestra de un primitivo cine sonoro y una interesante historia sobre su inventor.
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