Todos sabemos que Robin Hood es un personaje legendario de la literatura inglesa que ha sido adaptado en multitud de ocasiones a la pantalla grande a lo largo de la historia del cine.
Antecedentes
El personaje es conocido por ser un bandido justiciero que roba a los ricos para dar a los pobres.
Uno de los primeros filmes de Robin Hood fue estrenado en 1908, y desde entonces ha habido varias adaptaciones. La mayoría de las películas de Robin Hood se centran en su lucha contra el sheriff de Nottingham y su romance con Lady Marian.
La leyenda es siempre muy buena materia prima para alimentar las ficciones a veinticuatro imágenes por segundo. Y en este sentido, la fabulosa historia de Robin Hood se revela como una de las figuras más cinematográficas de todos los tiempos.
Relatos populares, novelas de caballería e incluso operetas mantuvieron encendida la llama de la leyenda durante siglos, pero fue el cine el vehículo que otorgó al personaje la celebridad de la que goza hoy en día.
Los actores protagonistas
Protagonista de una treintena de películas rodadas desde 1905 y enfundado en la piel de actores tan diferentes como Douglas Fairbanks, Sean Connery o Kevin Costner o Russell Crowe, la imagen del arquero de Sherwood permanece, sin embargo, asociada a Errol Flynn, una estrella con un pasado aventurero y del que se decía que podría haber vivido las hazañas de sus héroes en cualquier otra vida.
Errol Flynn
Errol Flynn nació para la aventura, el cine fue la sublimación de sus más irracionales caprichos y la exaltación de su narcisismo a flor de piel. Intérprete de floja técnica, pero de dotes histriónicas insuperables, su irresistible atractivo le permitía reinar en cuantas películas actuaba.
Durante una década brilló con luz propia en Hollywood y fue uno de los más genuinos representantes del star-system, un ídolo popular cuyos éxitos cinematográficos solamente fueron superados por los numerosos escándalos que jalonaron su vida privada.

Posiblemente muchas de sus peripecias fuesen inventadas por el departamento de publicidad de la Warner, quienes le conocieron aseguran que lo difícil era conseguir que los espectadores se creyeran la biografía que llevaba a cuestas.
Fue marino, explorador, buscador de oro, periodista, boxeador, escritor y, por encima de todo, infatigable amante, su vida fue una de las más tormentosas que se recuerdan en la Meca del Cine.
Errol Flynn a la hora de actuar era un auténtico huracán. Galante, viril, audaz y desenfadado, poseía un magnetismo único, una presencia poderosa capaz de llenar la pantalla.
Sin embargo, cuando se apagaban los focos del estudio, pocos como él supieron vivir la ficción. Errol apuró cada minuto de su existencia como le gustaba: fue un hedonista para el que sólo contaba el placer. Orgías, consumo de narcóticos, alcoholismo, estupros diversos, un proceso de violación y una larga lista de amoríos que incluye a Joan Bennett, Truman Capote, Beverly Aadland, Denise Duvivier, Tyrone Power, la princesa rumana Irene Giska, adolescentes ansiosas de notoriedad y efebos que se enrolaban como marineros para conocer la excitación del riesgo al lado de la mayor estrella del momento.
Envejeció prematuramente, sus costumbres disipadas terminaron por pasarle factura. El 14 de octubre de 1959 le falló el corazón y su minado organismo, castigado duramente por los excesos y las enfermedades, se desmoronó.
Con él desapareció un hombre de acción que vivió la aventura del cine tan intensamente como el resto de las suyas. Nunca hubo ni habrá otro Robin Hood como él, de la misma manera que el único Tarzán posible es Johnny Weissmuller o el mejor Bond seguirá siendo Sean Connery. Y lo más curioso del caso es que el actor nacido en Tasmania estuvo a punto de no interpretar al personaje que le catapultaría a la fama.
Robin de los Bosques, 1938
Aunque la historia ya es muy conocida, vamos a relatar brevemente cual es el argumento de esta versión de Robin Hood del año 1938; Robin de Locksley regresa a Inglaterra después de combatir contra los infieles en las Cruzadas. Mientras tanto Juan Sintierra, el hermano del Rey Ricardo I, ha usurpado el trono y gobierna con tiranía, por lo que Robin decide refugiarse en el bosque de Sherwood y luchar contra él para devolverle la corona a su rey.

Cuando en 1935 la Warner inició el proceso de producción de Robin de los Bosques, el papel del arquero de Sherwood estaba destinado a su figura más taquillera, James Cagney, pero una disputa salarial con los hermanos Warner, que se negaban a darle más de cien mil dólares por película terminó con su retirada del proyecto.
No había transcurrido más de un mes y el filme ya tenía otro protagonista, Errol Flynn, la nueva estrella de la casa tras el éxito de El Capitán Blood.
Como oponente femenina eligieron a otra actriz que se había iniciado en el cine casi a la vez que él, la adorable Olivia de Havilland, que se convirtió en la compañera ideal para las aventuras que emprendía su inseparable Errol (con quien protagonizó nueve películas).
Sólo quedaba ya un fleco por atar, pues la Metro estaba a punto de rodar una cinta sobre el mismo tema. El problema se solucionó con un acuerdo de intercambio: el estudio del león renunció a rodar una nueva versión de Robin Hood a cambio de los derechos de una famosa opereta que debían interpretar Nelson Eddy y Jeanette MacDonald. Firmado el compromiso en mayo de 1936, Rowland Leigh entregó un primer guión seis meses más tarde, pero Wallis lo consideró excesivamente poético y encargó un nuevo tratamiento del mismo a Norman Reilly Raine, quien lo terminó en julio de 1937.
A finales de septiembre se dio el primer golpe de claqueta a The Adventures of Robin Hood con un presupuesto de dos millones de dólares, una suma realmente notable para la época, y William Keighley como director.
Como se había disparado el presupuesto, hubo importantes cambios en el guión. Por ejemplo, aunque los exteriores se filmaron en California, se importaron auténticos árboles ingleses para dar una sensación más realista. Y además, se alquilaron todas las cámaras Technicolor existentes en Hollywood en 1938 (once) y se contó con el mayor número de especialistas utilizados hasta la fecha.
El equipo de rodaje se trasladó al Bidwell Park, cerca de la ciudad californiana de Chico, y durante dos meses se filmaron las secuencias de las batallas en el bosque de Sherwood. Para la película se utilizaron 2.400 acres de terreno y los mismos habitantes de Chico intervinieron como extras.
Pero tan cuidada y meditada producción también tuvo sus problemas. Errol Flynn no aceptaba la forma de representar la historia que estaba llevando a cabo el director. Le criticaba su poco énfasis y su fría resolución en las batallas y escenas dramáticas. Olivia de Havilland se unió a las protestas de su compañero y los productores se vieron obligados a tomar cartas en el asunto. Hal Wallis y Henry Blanke consideraron que el material rodado hasta el momento tenía un tono excesivamente lírico y que el filme precisaba de mayores dosis de acción.
La crisis quedó zanjada con el despido de Keighley y la contratación de Michael Curtiz. El director de origen húngaro fue el responsable de todas las escenas de interiores, además de añadir planos al asalto de la caravana y al torneo de arqueros.
Estreno de Robin de los Bosques
Estrenada el 14 de mayo de 1939, la cinta, plena de acción, humor y luchas de todo tipo, alcanzó unas recaudaciones fabulosas y un resonante éxito artístico: la Academia de Hollywood la nominó para la mejor película del año, y aunque no obtuvo ese Oscar, sí le fueron concedidos los correspondientes a los mejores decorados, la mejor música original y el mejor montaje.
Y estos premios provocaron que la Warner se planteara realizar una segunda parte titulada Sir Robin de Locksley, proyecto que para bien o para mal jamás llegó a concretarse.
Y especialmente memorables son las escenas de acción en el interior del castillo, con Flynn saltando de un lado a otro del gran salón colgado de una lámpara, o el magistral duelo final del protagonista con Basil Rathbone, un experto espadachín en la vida real. Secuencias que pertenecen por derecho propio a la mitología hollywoodense.
A la excelente dirección hay que sumar, además, la espléndida utilización del todavía balbuceante technicolor y la soberbia partitura musical de Erich Wolfgang Korngold, perfectamente integrada en las imágenes.

La adecuación de Errol Flynn para el personaje era indudable. El actor encontró un papel de héroe legendario cortado a su medida, el prototipo de galán apuesto y atlético capaz de salir airoso de cualquier emboscada con la sonrisa en los labios. Fue la suya una interpretación llena de vitalidad, frescura y encanto (siempre alardeaba de no haber sido doblado).
La arrolladora presencia de Flynn dejaba pocas oportunidades de lucimiento a la pobre Olivia de Havilland, cuya timidez y fragilidad servían de eficaz contrapunto a la insolencia y desenvoltura de su pareja cinematográfica. Aun así, una sonrisa ingenua y una dulce mirada resultaron suficientes para enamorar a toda una generación de espectadores.
El trabajo de la célebre pareja hay que calificarlo de excelente, de genial hay que catalogar el recital de esos dos villanos de antología que fueron Claude Rains y Basil Rathbone.
Como escribió Frank Nugent en The New York Times: «Un espectáculo lujoso, romántico, garboso y lleno de color… que, con toda seguridad, regocijará a los niños, rejuvenecerá a los ancianos y deleitará al resto.»
Una joya del cine de aventuras, una prodigiosa película construida con una pasta muy especial: nunca envejece.
Errol Flynn tuvo que enfrentarse en esta nueva versión de la legendaria historia de sir Robin de Locksley a la memoria del mítico Douglas Fairbanks. Y, a pesar de todo, el actor nacido en Tasmania fue capaz de componer un personaje inolvidable, que desde entonces permanecería siempre emparejado a su memoria. La película le convertiría en el espadachín atlético, viril y romántico que enloquecería a sus admiradores a partir de entonces.
Robin de los Bosques (1938) fue la tercera película que rodó Errol Flynn junto a Olivia de Havilland, con la que formó la pareja más estable del cine de aventuras, bajo la dirección de Michael Curtiz, que los dirigió en cinco de los seis títulos que protagonizaron juntos.
Terminamos este artículo con dos de sus famosas frases, la primera está reflejada en su famosa autobiografía “Errol Flynn: Aventuras de un vividor” (59), las cuales fueron traducidas al español en 2009.
Dice lo siguiente:
En todo el mundo se me identificó como el playboy de Occidente. Ese era yo: un símbolo fálico universal.
Y la siguiente frase, se la dedicó a los magnates de Hollywood en referencia al papel que reflejaba de seductor en las películas.
Os podéis meter este sitio donde el mono metió los cocos. Yo me he sacado solo las castañas del fuego en los lugares más duros.
+QCine Podcast trata Robin de los Bosques, 1938
Robin Hood fue una película típica de aventuras, las andanzas de sir Robin de Locksley están narradas con absoluta convicción y espléndido sentido del ritmo, con romanticismo cuando así conviene y con humor cuando la tensión lo aconseja.
Todo esto lo tratamos en el programa 511 donde hablamos de esta clásica y mítica película. Un programa increíble donde descubrirás todos los detalles y te entraran ganas de descubrirla.
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