Infancia y educación
James Newton Howard nació en Los Ángeles (EE UU), en junio de 1951. En su familia la música era una parte muy importante, su abuela fue una importante violinista en los años 30 y 40. Así que su preferencia musical apareció a una edad muy temprana. Con tan sólo cuatro años ya estaba aprendiendo a tocar el piano, para posteriormente pasar por varias escuelas de música, para finalmente ir a la Universidad del Sur de California para especializarse en tocar y componer para piano.
Años después dejó los estudios para formar un grupo de rock con el que ofrecía conciertos, apoyando a cantantes tan famosos como Diana Ross, Ringo Starr y Harry Nilsson, una actividad que no le proporcionaba demasiado dinero ni más formación. Pero a mediados de los 70, consiguió una audición con Elton John, que quedó encantado de como tocaba el teclado y le fichó para sus giras. Al final trabajando con Elton John se especializó además de en el teclado, que ya era un genio, en otros instrumentos de cuerda. Posteriormente también hizo de arreglista para la banda de Toto.
Inicios en el mundo del cine
A finales de los 80 y principios de los 90 fueron los años en los que empezaría su carrera en el cine, y dedicación total.
Películas como The Package (A la caza del lobo rojo)(89), Pretty Woman (90) y especialmente El príncipe de las mareas (91) le situaría en el mapa cinematográfico musical como un nombre muy a tener en cuenta, ya que por la película de Barbra Streisand recibiría la primera de sus nominaciones al Oscar.

En 1991 tuvo lugar un hecho importante en su carrera: su primera colaboración con Lawrence Kasdan en Grand Canyon, el alma de la ciudad. Un director que sería decisivo en los años posteriores. El resto de la década de los 90 se daría a conocer la versatilidad y el talento de Howard para prácticamente cualquier género.
Todo tipo de géneros
Bandas sonoras dinámicas y tensas para thrillers como Un día de furia (93), El fugitivo (93) o Estallido (95). Composiciones líricas y bellas para dramas de toda clase como Viven (93), una de sus mejores composiciones de toda su carrera, bellísima y también dramática partitura en la que James Newton conjugó con eficiencia lo espectacular del paisaje con la tragedia vivida por los protagonistas. Otro ejemplo, Mientras nieva sobre los cedros (99). El desarrollo de toda la banda sonora se mantiene en un delicado equilibrio entre lo conocido y lo que el autor va incorporando como elementos nuevos, hasta llegar a su bellísimo final con los coros.
Otra de las temáticas, son las bandas sonoras vibrantes y sinfónicas para las dos aventuras que vivió con Kevin Costner en Waterworld (95) y Mensajero del futuro (97).
Y por supuesto, una de las mejores composiciones que se han compuesto nunca para un western: Wyatt Earp (94), todo un prodigio de fusión entre el sonido más típicamente clásico del género y una gama de emociones, desde la tristeza, la aventura y el amor, a la épica y la leyenda.
La cúspide de su carrera
A finales de los 90, Howard estaba ya en lo más alto de su carrera en cuanto a fama, prestigio y actividad, y fue en estos momentos cuando su trayectoria alcanzó dos momentos importantes. Por un lado, aceptó componer la música de una pequeña película de suspense y terror psicológico dirigida por un desconocido director de nombre M. Night Shyamalan. El sexto sentido (99), protagonizada por un Bruce Willis en la cima de su carrera, fue un bombazo inesperado, y las buenas críticas no solo se centraron en el argumento, la tensión, el suspense y sus inesperados giros de guión, sino que también se extendieron a la música de Howard, siendo alabada por ser parte fundamental de la trama a la hora de contribuir a crear ese clima de misterio y terror, pero también de tristeza y soledad.

El elemento característico de esta banda sonora es su indefinición melódica, hecho que, así, las emociones e impresiones quedan a la deriva, lo que sirve para mantener una tensión psicológica a lo largo del filme.
Ésta fue la primera colaboración entre el músico y Shyamalan, una asociación que pocas veces se rompió posteriormente y que ha dado lugar a numerosas composiciones espléndidas.
Pero también en estos años fue decisivo en la carrera de Howard el aceptar colaborar con Disney en películas de animación. Aquí el compositor regala al género de animación infantil una solidez y una calidad mayúscula. Ejemplos de ello, son las composiciones para Dinosario (00), Atlantis, el imperio perdido (01) y El planeta del tesoro (02), tres joyas donde el músico dio rienda suelta a su sinfonismo más desatado y a su vena más aventurera y lírica, con melodías espectaculares para la épica y la emoción.
Otros triunfos para el músico en esta década serían partituras en las que casi siempre salía a relucir un dominio de lo sentimental y lo sensible, aun cuando fuera en thrillers o películas de ciencia-ficción. King Kong (05), el escaso tiempo del que el compositor dispuso para escribir la banda sonora (tras el rechazo de la música de Howard Shore, quien aparece de todos modos en la película en una escena dirigiendo una orquesta) ha dado lugar a una partitura correctamente resuelta, pero que indudablemente hubiese resultado más notable de haber contado con mayor tiempo de realización. Resistencia (08) y Soy leyenda (07) son ejemplos de su versatilidad para dejar su marca en cualquier género.
Cambio de milenio
En los 2000 se mantuvo tan activo como en los años anteriores, participando en cualquier género en el que siempre dejaba patente su calidad, y por supuesto en las siguientes películas de Shyamalan. Celebradas y muy aplaudidas fueron El protegido(00), Señales(02) y muy especialmente El bosque(04) en la que para muchos es la cima de esta asociación. También en esta década se vería el debut de Howard en el género de los superhéroes, y no en solitario, sino en colaboración con otro músico ilustre. Batman begins(05) fue la primera entrega de la trilogía de Christopher Nolan sobre el Hombre Murciélago, y Howard colaboró a cuatro manos con Hans Zimmer para su composición musical.
Algo que se extendería para la secuela, The Dark Night(08), creando una fusión entre los ritmos más vertiginosos y adrenalínicos del músico alemán, y un lirismo contenido y sensibilidad dramática creados por Howard, en lo que fue también un auténtico éxito.

La segunda década del XXI la inauguró con toda una maravilla como Airbender: el último guerrero(10), que si bien no fue un éxito como película, sí que fue señalada como una de las mejores bandas sonoras de ese año.
En esta década se notó, a partir de aquí, cierto acomodamiento del músico, que no le impidió seguir regalando momentos estupendos y trabajos muy solventes y logrados, pero no consiguió ningún trabajo memorable como sí hizo en los 90 y 2000.
Siguió participando en el género de superhéroes, como Green lantern (linterna verde) (11) y se apuntó a sagas como Los juegos del hambre(12) o Blancanieves y la leyenda del cazador(12), pero sin llegar al techo de trabajos anteriores, aunque estos trabajos siempre han mostrado una solidez fuera de toda duda. En los últimos años, de todas formas, Howard ha demostrado que su talento sigue ahí y que de cuando en cuando seguirá mostrando toda su experiencia y su potencial, y eso se ha escuchado en maravillas como Maléfica(14).
Su actividad a mediados de la década de 2010 sigue siendo plena, combinando pequeñas películas independientes como Nightcrawler (14) o La verdad duele (15) con superproducciones y sagas. Y por supuesto, sus colaboraciones con Shyamalan seguirán sin duda, algo que los aficionados siempre esperan como un acontecimiento, y es que si algo tiene James Newton Howard es una fama bien merecida de compositor de primera línea del que siempre se espera lo mejor, y siempre hay que escuchar cada nuevo trabajo suyo.
Su típico estilo
Su estilo musical es elaborado y, en ocasiones, difícil de catalogar. En general, se puede decir que Newton Howard es un músico de bandas sonoras a caballo entre el sinfonismo de compositores como John Williams o Jerry Goldsmith y músicos más experimentales o menos clásicos como Hans Zimmer, Klaus Badelt o John Powell.
En el programa 509 de +QCine volvemos con grandes compositores y en esta ocasión se trata de un artista camaleónico, flexible al punto de ser capaz de ocultar cualquier marca de estilo en favor de la creación de un acompañamiento musical funcional, a la medida de la cinta que acompaña.
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