Antecedentes
Inicio del Terror Gótico
La historia del cine de terror gótico está vinculada a un tipo de novela característica. The Castle of Otranto (1764), de Horace Walpole, y The Mysteries of Udolpho (1794), de Ann Radcliffe fomentaron la novela gótica, que resulto popular por la manera en que unía romance y terror.
Esta popularidad llegó a su apoteosis con Frankenstein, de Mary Shelley (1818). Manifestaciones más tardías de esta tendencia incluyeron las obras de Edgar Allan Poe y la música de Hector Berlioz, que combinaba alusiones al exotismo, la herejía y lo sobrenatural con un sentido de pesimismo y presagio.
Otros elementos más típicos eran la descripción de la locura y un fuerte recelo hacía los avances tecnológicos. En 1897, cuando se publicó Drácula, de Bram Stocker, el estilismo y la estética del terror gótico se habían extendido a varios tipos de narración. incluida el extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde, de R. L. Stevenson.
Las primeras décadas de la historia del cine vivieron varios intentos de adaptar novelas góticas a la gran pantalla, aunque hasta la década de 1920 no se estableció una tradición de películas góticas de terror que eran deudoras de las novelas góticas de los siglos XVIII y XIX, pero también de la atmósfera oscura y preocupante de los filmes expresionistas alemanes, como “Der müde Tod (Las tres luces)”, de Fritz Lang (1890 – 1976), y “Nosferatu“, de F. W. Murnau (1888 – 1931). Estas producciones demostraron el potencial cinematográfico de la iluminación y de los decorados para crear atmósferas oscuras de castillos en ruinas sólo frecuentados por fantasmas y demonios.
Introdujeron los personajes prototipos, como el depredador, del cual “Nosferatu“, de Max Schreck, se convirtió en ejemplo, y la víctima femenina histérica.
El papel de Hollywood
Las incursiones de Hollywood en el cine de terror gótico siguieron el ejemplo de estas películas. Directores foráneos como Paul Leni (1885 – 1929), con “The Cat an the Canary (1927)“, y Benjamin Christensen (1879 – 1959), con “Seven Footprints to Satan”, introdujeron el estilo alemán en Hollywood.
Avances en el maquillaje y la puesta en escena aparecen en las películas del actor Lon Chaney, entre las que cabe mencionar “(El Jorobado de Notre Dame, 1923)”, uno de los primeros ejemplo en mezclar un cine de gran guiñol, romance gótico, pantomima y vodevil burlesque.
La personificación que conseguía Chaney de la desfiguración y la locura (papeles para los cuales creaba su propio maquillaje) era destacada. Los filmes solían ambientarse en espeluznantes decorados a base de arquitectura gótica en películas como “El fantasma de la ópera (1925)” y “Londres después de medianoche (1927)”. Esta producciones causaron furor hasta el punto de que el público retrocediera de terror tan sólo con ver al hombre de las mil caras en su última creación.
Antes de la implantación de la autocensura que conllevó el código Hays, la primera época del cine sonoro fue testigo del florecimiento de películas góticas, incluida “Dr. Jekyll and Mr. Hyde (El hombre y el monstruo)”, de Paramount, protagonizada por Fredric March y conocida por su alto contenido sexual.
La mayoría de los filmes de terror de la época los realizó Universal y el estudio estrenó dos en 1931, “Dracula” y “Frankenstein (Dr. Frankenstein)”, que establecieron normas en cuanto a estilo e inspiración para el cine de terror gótico. “Dracula” fue dirigida por Tod Browning (1880 – 1962), que había trabajado con Charney en varias películas antes de la muerte de este. El filme lo protagonizó Béla Lugosi, que ya había interpretado con cierto éxito el papel en Broadway (1927).
Browning no renunció al ambiente teatral pero le añadió una atmósfera sugerentemente misteriosa gracias al trabajo de cámara y al decorado.
Drácula y Frankenstein como modelos
La película gótica más exitosa e icónica es “Frankenstein”, de James Whale. La historia de un científico que consigue, con éxito, dar vida a los miembros de varios cadáveres se centra en el monstruo (Boris Karloff), una bestia bondadosa y torpe que mata a una joven por accidente y entonces es perseguido por los habitantes del pueblo. Mientra que “Dracula” resumió el potencial del terror gótico, “Frankenstein” introdujo un elemento nuevo, la empatía hacia el monstruo, víctima de la sociedad.
El éxito de “Dracula” y “Frankenstein” inició un gran número de películas que intentaron imitar su argumento y estilo. La voluntad de Universal de repetir sus éxitos construyó la iconografía del terror gótico en el imaginario colectivo. Películas como “Murders in the Rue Morgue (1932)“, protagonizada por Lugosi, “The Mummy (La momia, 1925)“, y “Bride of Frankenstein (La novia de Frankenstein, 1935)”, ambos de Karloff, incluyen variaciones del modelo, pero siguen sus historias y atmósferas, mantienen los arquetipos góticos y resultan más intensos debido a ubicaciones exóticas, accesorios macabros y personajes secundarios.
Los guiones cada vez más creativos
Una de las innovaciones más significativas fue la profundización en los papeles femeninos. Las producciones eran cada vez más creativas a la hora de establecer un objeto de deseo deteriorado alrededor de los cuales se desarrollarían las historias, con el resultado, al menos para muchos espectadores, de que las películas desprendían cierta represión sexual, impureza, ansiedad e histeria por parte de los hombres y de las mujeres.
El primer grito visceral de la vulnerable víctima o heroína femenina lo pronunció Fay Wray, en su papel de Ann Darrow, la asustada rubia cautiva frente a un gorila gigante (Kong), en “King Kong (1933)“, dirigida por Merian C. Cooper (1893 – 1973) y Ernest B. Schoedsack (1893 – 1979) para la RKO Pictures. A la actriz se la animó a que ensayara su grito, que luego se convirtió en la máxima representación de connotaciones sexuales de estas películas, y Wray fue “la reina del grito“. “King Kong” también se conoce por los avances en cuanto a efectos especiales, con el uso del stop-motion para dar vida a los dinosaurios y al gigante King Kong.
La utilización de la Universal del material gótico convirtió al cine de terror en una expresión madura de cine. El estudio creó un hilo de secuelas legendarias que consolidaron su fama en el género, como “Dracula’s Daughter (La hija de Drácula, 1936)“, protagonizada por Gloria Holden en el papel de la hija de Drácula, la condesa Marya Zaleska, que se inspiró en la tradición de las vampiresas con sus connotaciones lésbicas.
En los años posteriores, la producción tendió a separar a sus personajes de las películas en las que inicialmente aparecieron, con lo que se consiguió que el personaje de Frankenstein o Drácula, y, por extensión, los conceptos de vampiros y monstruos creados por el hombre, se concibieran de manera independiente a sus ambientes góticos.
En menos medida fueron “Son of Frankenstein (La sombra de Frankenstein, 1939)“, “House of Dracula (La mansión de Drácula, 1945)” y, ya de manera evidente, la aproximación cómica “Abbott and Costello Meet Frankenstein (Abbott y Costello contra los fantasmas, 1948)“. Estas producciones sacaban a los personajes de sus decorados, con lo que automáticamente los convertía en menos góticos y menos amenazantes. También mantenía intactas las primeras películas de terror de Universal en su estatus de obras fundadores del género. Un respeto que confirma la fama que tiene hoy si hablamos del “terror de la Universal” y la admiración hacía los actores originales e innovadores como Lugosi o Karloff.
Whale y Pierce
Esencial en el éxito del género de terror de la Universal fue el personal creativo involucrado en estas producciones. Con Whale, un veterano de la Primera Guerra Mundial, Universal contaba con un director visionario cuyo humor otorgó un extra a las películas que dirigió. No menos importante en el éxito del filme con “monstruo” era el maquillaje visionario de Jack P. Pierce. Fue precisamente él quien pensó el aspecto clásico de cabeza cuadrada y las tuercas en el cuello de Frankenstein, y también de debe a él la creación de un número de maquillajes innovadores para “Bride of Frankenstein (La novia de Frankenstein” y “The Wolf Man (El hombre lobo, 1941“), entre otros.
En “La novia de Frankenstein“, Pierce cambió su diseño inicial del monstruo para mostrar las consecuencias del fuego, añadiendo cicatrices y cortándole el pelo; a medida que avanza la película, fue modificando el maquillaje del monstruo para simular que sus heridas estaban cicatrizando. Las sesiones de maquillaje eran muchas veces largas y agotadoras; por ejemplo, en “La novia de Frankenstein“, Pierce trabajó siete horas al día preparando a los dos monstruos durante los treinta y dos días de rodaje. El resultado fue espectacular y permitió a los personajes de Universal convertirse en figuras emblemáticas.
“La parada de los monstruos” y “Yo anduve con un Zombie”
Sin embargo, Universal no produjo todas las películas góticas. Filmes tan diversos como “White Zombie (1932)“, “Freaks (La parada de los monstruos, 1932)“, “The Ghoul (1933)“, “Cat People (La mujer pantera, 1942)” y “I Walked with a Zombie (Yo anduve con un zombie, 1943)” fueron producidas por otros estudios, muchas veces independientes, y a quienes acusaron de intentar superar a “Frankenstein“. “Freaks”, en particular, adquirió relevancia con el tiempo. El retrato en forma de “historia dentro de una historia” de una serie de monstruos de circo, interpretado por personas con deformidades físicas que se vengan de sus opresores, causó tanta impresión que se prohibió en muchos lugares, y casi acabó con la carrera de Browning.
“I Walked with a Zombie” también destaca, pero por diferentes motivos. Formó parte de un ciclo de películas de terror distribuidas por RKO y producidas por Val Lewton, que inició una verdadera franquicia. Sin embargo, no representa a un monstruo como tal, y carece de violencia explícita, pero desprende tensión sexual. Interioriza gran parte del terror que películas anteriores mostraba de manera explícita. “I Walked with a Zombie” exhibe escenas largas, de ensueño y silenciosas, con un telón de fondo colonial que se desvanece a medida que la protagonista, Betsy Connell (Frances Dee), y la catatónica Jessica Holland (Christine Fordon) pasean por una isla salvaje caribeña bajo el sonido de tambores vudú. Las escenas de terror explícitas eran escasas: un cadáver, una mirada y un zombi; sin embargo, el filme causó un fuerte impacto. En esta época, “Freaks” y “I Walked with a Zombie” destacaban de sus contemporáneos e intrigaron al público. A día de hoy, ambas películas se quedan al margen del género de terror, en un lugar que alimenta su reputación de filmes de culto. Algo evidente se se tiene en cuenta que todavía no se ha hecho ninguna nueva versión de ellos.