Antecedentes
Las películas épicas se caracterizan por sus presupuestos desmesurados, sus grandilocuentes decorados, sus repartos, la gran profundidad de campo y, en ocasiones, por sus efectos especiales.
En los primeros años, la tecnología limitaba a los cineastas, pero a medida que iba mejorando, dieron rienda suelta a su imaginación.
El cine épico tiene sus raíces en Europa, más concretamente en Italia, donde las cintas se inspiraban en la historia clásica del país para hacer películas extravagantes.
Enrico Guazzoni (1876 – 1949) utilizó unos 5000 extras y gastó un total de nueve bobinas para su Quo Vadis? (1912).
Giovanni Pastrone (1883 – 1959) filmó Cabiria (1914), que mostraba un centenar de extras y unos decorados espectaculares.
Pastrone y Segundo de Chomón (1871 – 1929) fueron los primeros en utilizar un sistema de rieles, lo que permitió movimientos de cámara, y travelling.
Chomón fue un gran experto en efectos ópticos, cuyos logros permitió años más tarde a que se filmará Napoleón (1927), dirigida por Abel Gance (1889 – 1981), un filme épico que exploró nuevas técnicas de cámara.
Las películas épicas italianas de espada y gladiadores tuvieron una gran influencia en las producciones de Hollywood e inspiraron a Cecil B. DeMille (1881 – 1959) para su primera versión de Los diez mandamientos (1923), más de dos horas de espectáculo que muestra la vida de Moisés.
Cuatro años más tarde, DeMille dirigió la espectacular película épica de inspiración bíblica, Rey de reyes (1927), sobre la vida y la muerte de Jesucristo, con un reparto de miles de personas.
La Primera Guerra Mundial hizo que las producciones europeas quedaran un poco paradas, pero los directores estadounidenses, sin embargo, fueron más allá de las fronteras cinematográficas.
El cineasta D. W. Griffith (1875 – 1948) dirigió una saga sobre la guerra civil estadounidense, El nacimiento de una nación (1915), reúne y sistematiza todos los recursos narrativos que había ido desarrollando el cine hasta ese momento.
Lo hace de una forma en que queda establecido un modelo de cine que se perpetuaría hasta la actualidad: los planos son alternados y no siempre fijos, la cámara se puede desplazar, los planos y tomas pueden ser totales o parciales, etc. rompiendo definitivamente con el antiguo esquema cinematográfico donde una película podía ser la simple filmación de una función teatral común.
La forma en que se establece el salto de eje, el uso de los primeros planos, la alternancia entre planos “generales” que permiten que el espectador comprenda y organice mentalmente el espacio donde transcurre la acción y planos “cortos” donde se aprecia el detalle constituyen la base del modelo de Griffith.
También destacan las diversas formas de tomas que hace el director desplazando la cámara, resaltando una vista panorámica o un elemento muy específico de la escena, y grabando a los actores en diversos ángulos parciales para resaltar gestos o emociones (abandonando el viejo “dogma” de grabar individuos sólo de cuerpo completo).
Thomas H. Ince (1882 – 1924) fue un titán de la industria cinematográfica; además de definir los roles de productor y productor ejecutivo, se dio cuenta de que se necesitaba espacio para albergar amplios platós, camerinos y decorados para poder mantener la producción.
Construyó Incenville, el primer estudio como tal, en un rancho de Los Ángeles, y allí filmó Civilización (1916).
Era un hombre de espectáculo, y como tal, promocionó con publicidad en los periódicos, elogiando las extravagancias de su producción: 18.000 dólares en munición en una sola batalla; 40.000 personas empleadas; 10.000 caballos en las escenas de caballería; y 40 aviones en las batallas aéreas.
La película fue un éxito, y su representación sangrienta de la guerra, tan eficiente que cuando Estados Unidos entró en guerra en 1917, la dejaron de distribuir.
Después de la guerra, directores como Fritz Lang (1890 – 1976) tuvieron mucho impacto en Europa.
Con sus exuberantes producciones, decorados de estilo fantástico, escenas de batallas coreografiadas y criaturas mitológicas, establecieron las bases de las películas épico – mitológicas. Sin embargo, fue un filme sobre La Gran Guerra el que se convirtió en uno de los grandes éxitos de taquilla del cine mudo. El gran desfile (1925), dirigida por King Vidor (1894 – 1982), consiguió crear un precedente al permanecer en las pantallas 96 semanas seguidas en el New York Astor’s Theater.